domingo, 13 de abril de 2008

El año pasado visité la ciudad de los Dioses

En octubre del año pasado visité Teotihuacan la ciudad de los Dioses. Un lugar donde se encuentran ruinas de origen no definido, localizadas en el Valle de Teotihuacan, a pocos kilómetros de la ciudad de México. Esta ciudad antigua es vivo ejemplo de las culturas mesoamericanas y guarda grandes secretos entre las piedras de sus pirámides, calzadas y templos. Este lugar es una joya del mundo.



Caminando por la calzada de los muertos

Las ruinas de Teotihuacan contienen varios monumentos antiguos. Entre los más admirables están la Calzada de los Muertos, la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna.



Pirámide del Sol


Lo primero que vi en el parque arqueológico fue La calzada de los muertos que recibe su nombre gracias a los descubrimientos que hubo en la misma. Los arqueólogos encontraron una serie de montículos a lo largo de esta calzada y si relacionamos el nombre con los montículos creo que nos podemos imaginar que escondían bajo la tierra. Al irme alejando de este lugar llegué a la atracción más grande del parque, la sorprendente Pirámide del Sol. Esta pirámide de colosal tamaño tiene alrededor de 240 gradas inclinadas, así pues, tuve la oportunidad de subir y llegar hasta la cima. Solo Dios sabe lo difícil que fue, pero al final valió la pena. Al llegar a la cima el quía nos dijo que la gente suele levantar los brazos hacia el sol para llenarse de “energía cósmica”; incluso suelen traer piedras de obsidiana para poder cargarlas con esta energía y llevárselas a sus casas. Funcione o no yo trate. Luego me dirigí con gran entusiasmo hacia la Pirámide de la Luna, pero estaba cerrada, debido a supuestos hallazgos. Al menos tuve la oportunidad de subir a la pirámide del Sol.

Escalando la Pirámide del Sol

En fin este viaje representó el mejor de todos, ya que tuve la grandiosa oportunidad de conocer un poco más acerca de una cultura tan ingeniosa y misteriosa.

Las montañas de Boone


Al graduarme del colegio, tuve la oportunidad de viajar, con mis primos, a pueblo llamado Boone, localizado en Carolina del Norte. Boone es un pequeño pueblo en las montañas, famoso por su Resort de esquiar y sus actividades montañosas. Lo visitamos en la época de invierno para poder aprender a esquiar. El día que llegamos no había nevado, lo que me decepciono un poco, porque nunca había visto nevar en mi vida. Desempacamos todo, salimos a cenar, conocimos el pueblo, y nos preparamos para el siguiente dia.

Resort de esquiar

Al dia siguiente, salimos temprano hacia el resort, pero aun no habia nevado. Cuando llegamos, me di cuenta que tenian unas maquinas especiales que hacian nieve y que íbamos a poder aprender a esquiar. Entramos y pagamos, pero decidi usar la tabla para nieve en vez de los esquis, pues me parecio un deporte mas atractivo. Recibimos algunas clases y nos dejaron practicar en la pista para principiantes.

Mis primos, mi hermana y yo

El deporte era bastante difícil y me costó mucho aprender porque era muy diferente a los deportes similares que había practicado. Además, hacia mucho frio, pero no importo ya que pude pasar tiempo mis primos que casi no conozco y que nunca puedo visitar. Practicamos cinco días seguidos, pero algunos días eran muy incómodos porque mantenían las maquinas de nieve trabajando y la nieve se pegaba en el visor y no podías hacer nada para remediarlo. Además, llegamos a conocer a mucha gente, algunos venían de otros países, pero la mayoría eran locales que estudiaban en la universidad de Boone.

Aprendiendo a usar la tabla de nieve

La última noche que pasamos en el resort fue muy divertida, porque podíamos esquiar hasta muy tarde. Además, antes de cerrar reventaron cohetes y todos los instructores de esquí bajaron en fila la montaña con antorchas rojas. A lo lejos solo podías ver una gran fila de luces bajar por la montaña.

Los instructores de esquí sosteniendo las antorchas

sábado, 12 de abril de 2008

Una nueva experiencia


Hace un año tuve la oportunidad de viajar a Jerusalén y a Galilea. El motivo del viaje era visitar los lugares santos y más importantes del catolicismo, la religión que practico. Fue una experiencia que marcó mi vida pues en vez de ir como una turista mas, fui con un grupo de mis mejores amigas. Al aterrizar en el aeropuerto de Tel-Aviv, quedamos sorprendidas por los letreros en letras árabes, un lenguaje que desconocíamos por completo. Durante el camino al hotel podíamos ver en las calles a mucha gente caminando pues era sábado, día sagrado para la religión judía, en el cual no usan carros. Este fue nuestro primer encuentro con una de las muchas nuevas culturas que conoceríamos en este viaje.

Personas de religión judia

Jerusalén es una ciudad pequeña, donde el conflicto de las diferentes culturas se hace sentir con el ruido constante. Durante los primeros días visitamos varios lugares santos del cristianismo. Conocimos el lugar donde Jesucristo celebró la última cena con sus discípulos, también fuimos al Calvario y al Santo Sepulcro, donde fue crucificado y sepultado.

Caminando por las calles de Jerusalén

Mas tarde tuvimos la oportunidad de ir a los lugares significativos para otras religiones. Por ejemplo, visitamos una mezquita musulmana y el famoso muro de los lamentos de los judíos.

Frente a una mezquita musulamana

Al final de la semana viajamos hacia Galilea, situada en el norte de Israel. Antes de llegar, nos detuvimos en Nazaret, lugar donde vivió Jesucristo sus primeros treinta años. Llegando a Galilea nos dimos cuenta que ahí todo era diferente, ya no era una ciudad ruidosa como Jerusalén, si no un pueblo con unos paisajes espectaculares. Lo que más recuerdo de ese lugar, fue el lago de Galilea, ahí logramos dar una vuelta en barco y apreciar las montañas verdes que están a su alrededor. También estuvimos en Cafarnaúm, ciudad donde Jesucristo realizó la mayoría de sus milagros. Aunque fueron muchos los lugares que visitamos, creo que lo más impresionante fue convivir con personas de culturas completamente diferentes a la nuestra y conocer su estilo de vida.

Todas con un camello en Galilea